jueves, 12 de noviembre de 2009
Satelite artificial Sputnik 2
Un 3 de noviembre del año 1957 a las 19:12 horas se puso en órbita el Sputnik 2, la primera nave espacial que transportó material biológico al espacio. Ese material biológico, era una perra. Se llamaba Laika.
Laika pesaba 6 kilogramos de peso y fue el primer ser vivo en ser enviado al espacio. Además, fue la responsable de despertar una oleada de emociones a nivel mundial como pocas veces se ha conocido.
El verdadero nombre de Laika era Kudryavka, que significaba algo así como “pelo poco rizado”. Era una perra vagabunda. La elección de una perra abandonada en las calles no fue casual, sino que en mi opinión con mucho criterio, pensaron que un perro callejero aguantaría mucho más que uno cuidado en un hogar.
Laika tenía dos compañeros de experimento, Albina y Mushka, pero Laika fue la seleccionada finalmente, superó las pruebas con mejor comportamiento. Fueron encerrados en cajas cada vez más pequeñas durante periodos de 15 a 20 días, para probar como se comportaban. Tenían que estar preparados para semejante viaje.
En la cabina de Sputnik había espacio suficiente como para que Laika permaneciera tumbado o sobre las patas, pero tuvo que permanecer encadenada para evitar que la ingravidez la pusiera a rodar y se golpeara con los paneles de la cabina. Se dotó a la cabina con un sistema para proporcionar todo el oxígeno que hiciera falta, así como comida y una gelatina rica en agua para evitar la deshidratación.
En realidad los científicos que prepararon la misión esperaban que llegara a vivir hasta diez días, pero los fallos de diseño de la nave, quizás por la urgencia en la que se diseñó y construyó (un mes después del Sputnik 1) hicieron imposible que viviera mucho tiempo en la cápsula. Apenas unas horas después del despegue, fallos en el aislamiento de la nave, hizo que el calor dentro de la nave insoportable y a las pocas horas Laika murió.
De las circunstancias de la muerte de Laika no se supo hasta bastante tiempo después, de hecho, hasta 2002, momento en la cual el científico Dimitri Malashenkov confirmó lo que mucho ya sospechaban. Las condiciones tan adversas que se crearon en la nave debieron matar a la perra entre 5 y 7 horas después del despegue. Apenas 4 órbitas a la Tierra.
Durante el viaje, a consecuencia de las mentiras emitidas desde Rusia, el mundo pudo seguir la evoluciones de esta heroica perra. En Gran Bretaña se organizaron marchas de protesta contra este tipo de experimentos, en Chile se vivió una fiebre de “perros voladores” cuando se corrió el rumor de que una perra había caído en paracaídas en una zona urbana, y en general cada hogar que estuvo pendiente siguió con emoción el final de posiblemente la perra más famosa de la historia. Pero nunca tuvo ninguna oportunidad.
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